Microfósiles

Llamamos microfósiles a aquellos fósiles de pequeño tamaño en la que es necesario el uso de herramientas ópticas (lupas, binoculares, microscopios…) para su observación y estudio. Pueden comprender fósiles de distintos grupos, como restos de microorganismos uni o pluricelulares, o elementos de pequeño tamaño de macroorganismos (ej. polen, dientes o huesos de micromamíferos, etc.).

Microfósiles: Foraminíferos (Protistas)

Los foraminíferos comprenden uno los grupos de microfósiles más importante tanto por su abundancia en el registro fósil, como por sus aplicaciones geológicas, incluyendo la datación de formaciones rocosas y las reconstrucciones paleoambientales.

Los foraminíferos no son animales: son protozoos rizópodos unicelulares (protistas), que forman un caparazón mineralizado. Los tamaños de las conchas de los foraminíferos varían entre menos de 1 mm, hasta alcanzar, en algunas formas fósiles, los 15 cm.

Los foraminíferos pueden presentar un fuerte dimorfismo, lo que se traduce en que, para la mayoría de las especies, existen dos tipos de individuos distintos, con distinto tamaño y morfología de la concha (fig.27). El dimorfismo es la respuesta al ciclo reproductivo complejo que presentan estos organismos, en las que se alternan las llamadas formas A o macrosféricas (con un tamaño de concha menor), y que se reproducen de manera sexual dando lugar a formas microsféricas o formas B (normalmente de tamaño mayor). Las formas B se reproducen de forma asexual, dando lugar a formas A. Esta característica complica a menudo la identificación de las especies, sobre todo en los organismos fósiles.

Figura 27: Izquierda: Nummulítidos (foraminíferos bentónicos) del Eoceno de Emiratos Árabes. Nótese el dimorfismo existente, con formas macrosféricas (pequeñas) y microsféricas (grandes) dentro de la misma especie. Dominio público, vía Wikipedia Commons. Derecha: Esquema del ciclo reproductivo complejo que presentan la mayoría de los foraminíferos, que dan lugar a conchas de características distintas dentro de una misma especie.

La concha de los foraminíferos puede ser unilocular, formada por una sola cámara que crece de manera continua durante la vida del organismo, o plurilocular, formada por varias cámaras que se van originando a lo largo de la vida del organismo. Cada cámara se separa de la siguiente por una pared mineralizada o septo, y se comunican entre ellas por aberturas llamadas forámenes. El foraminífero vive en todas las cámaras de la concha.

La forma de la concha de los foraminíferos es muy variada, pudiendo presentar ornamentaciones externas (como pústulas, espinas, costillas, etc.).

Muchos foraminíferos son bentónicos libres, viviendo sobre el fondo marino o entre los granos de sedimento, o fijados sobre el sustrato (rocas, conchas de invertebrados, algas…). Otras especies presentan un modo de vida planctónico, con conchas de tamaño muy pequeño y cámaras globulosas para facilitar la flotación.

Uno de los criterios utilizados para la clasificación de los foraminíferos es la textura de la pared, directamente relacionada con el modo en que el foraminífero construye la misma. Dentro del grupo que forma conchas mineralizadas distinguimos los siguientes grupos, con representantes actuales:

  • Conchas aglutinadas (suborden Textulariina, o textularidos): el foraminífero utiliza sus seudópodos para captar material exógeno del medio (pequeños granos de sedimento, fragmentos de otras conchas), para formar su propio esqueleto, y une este material con un cemento (normalmente calcáreo) que secreta el mismo organismo. Ejemplo: Orbitolina.
  • Conchas porcelanadas (suborden Miliolina): la concha se compone de finas agujas de calcita magnesiana segregadas por el organismo, y dispuestas de manera aleatoria para formar las nuevas cámaras. Esta disposición de los cristales de calcita les da a las conchas un aspecto blanco y brillante a simple vista. Ej. Alveolina.
  • Conchas lamelar-perforadas o hialinas (suborden Rotaliina): en este caso, el foraminífero segrega agujas de carbonato cálcico, pero las dispone de manera ordenada al formar las nuevas cámaras. Dándole un aspecto translucido. Ej. Operculina.

Existe un cuarto grupo de foraminíferos con una estructura de la concha propia. Al no tener representantes actuales (se extinguieron a finales del Paleozoico), no sabemos que técnicas utilizaban para construir su concha, y solo podemos describir su aspecto.

  • Conchas microgranulares (suborden Fusulinina). Formadas por pequeños granos de calcita empaquetados, que pueden distribuirse de manera aleatoria o bien alinearse perpendicularmente a la superficie de la concha, dándole un aspecto fibroso. A veces pueden distinguirse múltiples capas formando la concha. Ej. Fusulina.